sábado, 3 de febrero de 2018

Cómo hablar en público


Hay historias que tengo que no puedo reflejar adecuadamente por escrito. Son historias en las que se debe gesticular, imitar un acento, mostrar alguna figura con las manos, haciendo una metáfora visual. La escritura de tales historias queda pálida y coja con sólo la escritura. Aún así, voy a arriesgarme hoy, y espero no quedar como aquella vez que en plan de broma, me puse a imitar la forma de hablar de los italianos, y creía que lo estaba haciendo perfecto, hasta que mi interlocutor me dijo que nadie creería que yo era un italiano. ¿Por qué? - Pregunté. – Porque no agitas las manos – fue la respuesta.

Para hablar en público se necesita un tipo especial de actitud. Curiosamente, hablar de manera natural ante una cantidad de personas es lo más difícil. Yo tengo la teoría de que todos arrastramos un trauma desde la infancia que nos dice que se habla en público solo cosas solemnes en eventos especiales. Eso nos corta y nos hace que en público hablemos como políticos antiguos, de esos que hablaban en balcones y plazas, sin entender que ya esa clase de políticos se extinguió hace años, como podemos ver cada vez que transmiten las sesiones del congreso.

Así, he identificado varios tipos de discurso que da la gente normal, no los habladores profesionales.
Primero están los que hablan en bautizos, matrimonios, quinceañeros o cualquier celebración en que el público empieza a corear el “Que hable, que hable”, al anfitrión. Este discurso suele ser ampuloso y altisonante, el orador trata de usar palabras difíciles que trasluzcan la cultura que no tiene. Algo así como:
“Estimados contubernios, en esta ocasión tan egregia que hoy nos acontece, quiero externar mis sentimientos de amicalismo a los distinguidos concurrentes agradeciendo su presencia en este magno evento. Extendiendo las salutaciones a aquellos que no han podido apersonarse con su presencia física pero han hecho llegar sus parabienes, levanto mi copa para aperturar un brindis, y que nos acompañe la alegría y la beneficencia.”
Al final, nadie entendió nada, pero todos lo felicitan y comentan "Qué bien ha hablado".

Otra forma de discurso es la de aquellos que han sido obreros y no conocen otra forma de hablar en público que la de los dirigentes del sindicato, hayan o no formado parte de él. Y el discurso sale algo como esto:
“Estimados compañeros y compañeras: Nos encontramos aquí, compañeros, para celebrar el aniversario del natalicio de nuestro compañero aquí presente, quien ha sido un gran amigo y excelente compañero. Quiero que sepan, compañeros, que el compañero es una gran persona y un excelente compañero, estimado por todos los compañeros. Por eso quiero, compañeros, un fuerte aplauso y palmas combativas, compañeros ¡Hip, Hip, Hurra! ¡Palmas, compañeros!”
Cuando escucho un discurso como este me remonto a mis épocas de estudiante universitario, donde tenía amigos de la dirigencia estudiantil que hablaban así cotidianamente y con más repeticiones de la palabra “compañeros” que las que pongo aquí.

También están los que van al otro extremo de la solemnidad y quieren hacer un discurso chistoso, ellos son los que cuentan chistes colorados en cuanta ocasión se presenta, y que no pueden dejar pasar la oportunidad de un público cautivo:
“¡Cállense, que voy a hablar! Solo quiero decirles que este de aquí, con su cara de cojudo y todo ¡Es mi pataza, mi causa! Yo lo estimo mucho, pucha que si fuera hembrita me enamoraba de él, por eso es que estamos aquí, porque todos los queremos, buena punta es, por mi vieja. ¡Vamos a brindar pues, carajo!”
Como se habrá notado, este discurso para ser efectivo y creíble, debe decirse con varias copas encima y una voz rasposa, y con la confianza de que nadie al día siguiente recordará nada, a menos que aparezca misteriosamente el video del discurso en Facebook.

Por último, están los que recuerdan las clases en el jardín de infantes, y deletrean la última palabra de cada frase, como para que lo entiendan hasta los que se sientan en la última fila:
“Damas y Caballeros, estamos aquí para… ce-le-brar,
¿Qué? Un aniversario - más
De esta bella pa-re-ja
Que todos esti-ma-mos,
Que tengan muchos más años de fe-li-ci-dad, aplausos, por favor”

Yo por mi parte, que tengo de vez en cuando que hablar en capacitaciones y presentaciones, trato de mantener el estilo coloquial que mencioné al inicio, con resultados dudosos. Y no porque la gente quede descontenta, todo lo contrario, sino porque la audiencia piensa que todo el rato no he estado hablando de un tema serio y olvidan después lo que he dicho, como si hubiera dicho puras tonterías. Al poco tiempo, cuando se necesita usar los conocimientos que eran el tema de la capacitación, no recuerdan hasta que suceden las consecuencias y solo ahí dicen “tenía razón el profe”.

Algo anda mal.

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