martes, 23 de enero de 2018

El Poeta Triste


Tristes eran sus versos. Cada página había costado muchas lágrimas y había provocado más. Quien leía aquellas rimas se contagiaba de aquella amarga dulzura. Hipnótica, a veces adictiva para la gran mayoría de la gente. 

Toda aquella tristeza acabó de pronto. La musa se compadeció del poeta al leer sus versos; y al escucharlos de sus labios se enamoró de él, porque en ese brillo resplandeciente que brotaba y bajaba de sus ojos halló aquella poesía misteriosa e inenarrable dedicada a ella. ¿Quién hubiera pensado que ese sería el principio del final? Los versos se tornaron alegres. Las rimas marchitas cedieron su lugar a nuevas estrofas melosas. Los nuevos libros del poeta dejaron de gustar a sus lectores porque al parecer, la gente prefiere sentir lástima de un ser infeliz que alegrarse porque alguien es más feliz que ellos. Sin embargo, al escritor ya no le importó, porque a partir del fracaso comercial de su obra, dejó de escribir poesía y empezó a vivirla.


(Tomado de http://haytantoquedecirte.blogspot.pe/2013/05/y-entonces.html)

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