sábado, 10 de enero de 2009

El Angel de la Guarda


Era un día cualquiera. Al salir del trabajo, El Ing. De La Colina fue abordado con un tipo de aspecto algo extraño. Completamente desaliñado, sus ropas blancas estaban sucias y arrugadas, como si se hubiera peleado con alguien, y perdido. Sin embargo, conservaba una dignidad que lo descartaba inmediatamente como un drogadicto o un pordiosero.
- Espera, no te vayas, debemos hablar tu y yo…
- Lo siento, amigo, hoy no traigo sencillo, mañana te doy…
- ¡No me confundas con un mendigo! No, lo que tenemos que hablar es de algo importante... ¿No me conoces? Yo soy tu ángel de la guarda…

En ese momento, el ingeniero lo miró fijamente y lo reconoció, a pesar de no haberlo visto antes en persona. Los ángeles tienen esa cualidad. No cabía dudar de su palabra. No sabiendo cómo tratar a un ángel, trató de iniciar una conversación casual.
- Y… ¿Qué haces por acá? ¿Qué dice la chamba?
- ¡De eso justamente vengo a hablarte! ¡Tenemos que hablar sobre el trabajo que me haces hacer!
- Ehhh…. ¿No irás a mostrarme cómo sería el mundo si es que yo no hubiera nacido, verdad?
- ¡Claro que no! ¡No quiero ni pensar en lo que harías si vieras algo así!
- ¿Entonces…?
- Vengo a decirte que debes cambiar la forma en que vives… ¡Así no puedes seguir!
- No entiendo…
- Los ángeles de la guarda cuidamos a las personas de acuerdo a sus sentimientos… A las almas bondadosas las premiamos con alegría en el corazón… y las malas acciones llevan su penitencia tarde o temprano.
- O sea que… ¿Los malos sí reciben su castigo? ¿Qué le han hecho a Bush?
- A ese le hemos dado un estreñimiento feroz, para que piense en sus malas acciones, y además… ¡Oye, no me cambies de tema! El problema es que eres un tonto…
- Si, eso me han dicho, pero, cuando me lo dice mi ángel de la guarda… como que suena más fuerte…
- ¡Pero no eres malo! ¡Entonces se supone que debo protegerte de todo mal! Pero tú eres tonto, y como los tontos son buenos, debo protegerte de tus propias tonterías ¡Y eso me está matando!
- Pero si yo no he hecho nada…
- ¡Claro que si! ¡Lo haces todos los días! ¡Vives retando al peligro! ¿Viste el carro que acaba de frenar justo frente a tí?
- Ese carro ni me tocó…
- ¡Eso fue porque yo tuve que detenerlo! ¡Mira cómo me dejó! ¡Tuve que detenerlo con mi cuerpo para que no te atropellara!
- Vamos, tú eres un ángel, no te puede pasar nada…
- No seas tonto, ¿Cómo un espíritu puede detener un auto?, tengo que tomar forma corpórea para atravesarme en el camino… ¿Acaso no lees la Biblia? No... no te la he visto abrir desde que terminaste el catecismo en la primaria…
- Tampoco es para tanto… Además, yo no reto al peligro, como dices…
- Veamos... Te voy a mostrar el cuaderno de ocurrencias... Esta mañana te levantaste como un sonámbulo y trataste de afeitarte con el peine y peinarte con la máquina de afeitar... En la mañana caminabas sin casco por la obra cuando estaban bajando el transformador, a la hora del almuerzo te comiste dos aceitunas con todo y mondadientes, después te colgaste de la escalera para ver si resistía, y hace 3 minutos cruzaste la calle con la luz roja...
- ¿Todo eso lo he hecho? Si no me he dado cuenta…
- ¡Es porque eres un tonto! ¡Tengo que estarte defendiendo todo el tiempo! ¡Tuve que poner el cuerpo para recibir la electricidad, aguantar los golpes que iban dirigidos a tí, y detener al operario de la grúa que te quería matar por atravesarte! ¡Por eso me ves en este estado! Y he tenido que descubrirme ante tí para hablar contigo, de lo contrario pediré mi transferencia a Don Laureano Caccivacci, que está inmóvil en el hospital y lo único que necesita es que vigile que nadie le desenchufe el oxígeno...
- ¿O sea que gracias a tí no me ha pasado nada...? Oye, pero si el otro día en la fiesta el Igor me tiró un puñetazo…
- ¿Igor? ¿Ese que es el doble de grande que tú? ¿El que tiene su enamorada que tú le haces ojitos? ¡Si yo no estoy ahí te mataba! Tuve que defenderte, pero apareció el ángel de la guarda de Igor, que también es un ropero con patas… Mientras su ángel me molía a patadas, Igor aprovechó para darte ese puñetazo…
- Oye, no sabía eso… Gracias, creo que te debo una disculpa…. Con razón me pareció tan raro que me diera un solo golpe…
- Bueno, es mi trabajo... Ahora que nos estamos entendiendo... ¿Tratarás de hacerme el trabajo más fácil?
- Es que… No sé lo que tendría que hacer…
- Fíjate por dónde caminas, respeta las señales de seguridad, compra un seguro de vida, ¡Trata de protegerte a ti mismo! ¿No es mucho pedir, verdad?
- Claro que no… Además lo haré por ti, porque yo veo que eres un ángel de la guarda comprensivo y aguantador, y me caes bien. ¡Desde hoy seré un hombre diferente, más cuidadoso, más prudente…!
- Gracias… No sabes cómo te lo agradezco… Tú eres una buena persona en verdad, y sé que las burradas que haces las haces sin maldad… Desde hoy nos llevaremos bien, y podré descansar un rato… ¡Y pensar que estaba a punto de pedir mi transferencia…!

El ingeniero desde ese momento se sintió una persona nueva, sabedor que le ángel de la guarda que le había tocado era un ángel de primera. Andaba tan orgulloso que no se dio cuenta que estaba tomando una calle equivocada y llegaba a un callejón donde lo esperaban dos tipos mal encarados con sendas cadenas en las manos, listos para asaltarlo. Solo se dió cuenta cuando le pareció escuchar una voz lejana…
- Noooo, ¡Otra vez no…! ¡Voy a pedir mi transferencia…!

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